Los trastornos músculo-esqueléticos (TME) de origen laboral constituyen una de las principales causas de enfermedad relacionadas con el trabajo que no sólo afecta a la calidad de vida de los trabajadores, sino que además suponen un importante coste social y económico. En Europa, el coste anual de los TME es de un 1,6% del Producto Interior Bruto (PIB), según la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo.
Las patologías por microtraumatismos repetitivos son una de las principales causas de los trastornos músculo-esqueléticos de origen laboral, que pueden prevenirse, en gran medida, mediante intervenciones ergonómicas que modifiquen el trabajo y los lugares de trabajo a partir de la evaluación de los factores de riesgo.
Con este fin, la tecnología biomecánica permite medir el movimiento y el esfuerzo desarrollado por el trabajador durante la realización de la tarea, obteniendo una información objetiva que ayudará a la toma de decisiones durante la intervención ergonómica.
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La prueba biomecánica de IBC aporta una evaluación imparcial y objetiva, ayudando a que la valoración de los menoscabos sea más correcta y veraz.